Mi reconciliación con BarcelonaPublicado el Martes 01-02-2022 - (11 comentarios)
Hoy vengo a pedir perdón.
A disculparme.
A redimirme de todos mis pecados, a reconocer todas las blasfemias que lancé contra el lugar donde nací.
Lo hago sin complejos, sin rastro de vergüenza, admitiendo el escarnio si hace falta. Hoy me postulo aquí a reconocer mi amor original, el verdadero. Como el marido que vuelve a casa tras un periplo saltando de los brazos de una amante a otra.
Lo hago también sin rubor, sin miedo a exponer públicamente mi error y suplicando una segunda oportunidad, que ya se me ha concedido puesto que Barcelona sigue siendo el lugar de acogida que ha sido durante toda su historia.
Hoy soy el hijo pródigo que vuelve.
El marido avergonzado que retorna a casa.
El amigo que pide perdón por su traición.
He visto lugares increíbles en todo el planeta incapaces de ser descritos, he recorrido el mundo sin llegar a comprender cómo era posible asimilar tanta belleza, he navegado por infinitos mares que parecían un pasillo hacia la eternidad, he visto cosas que la mayoría de gente sólo verá en pantallas.
Pero no hay nada que me haya erizado tanto la piel como sentarme en un banco del Paseo de Gracia y sorprenderme a mí mismo emocionado al comprobar que en esta ciudad sigue habiendo un lugar para mí.
He vuelto a vivir en Barcelona después de 13 años.
Recuerdo en aquel entonces haber huido indignado, marchándome del lugar donde nací, donde crecí. Lo hice asqueado al sentirme expulsado. Cargué todas mis maletas y me prometí no volver jamás.
Sin embargo, nunca ningún otro lugar en el que he vivido me ha hecho olvidar a mi ciudad natal, a pesar de los intentos. He estado en infinidad de países y he vivido y trabajado en lugares tan emblemáticos como New York, Estambul, Marrakech, Kuala Lumpur… nada me hizo olvidar Barcelona, aunque hubo un momento en que creí que lo había conseguido.
He vivido también en un pueblecito en el interior de Cataluña, incluso en la costa de Tarragona delante del mar… pero nada ha sido comparable a la ciudad de la que me he reenamorado.
Porque cuando me sentía abatido, cuando nada me motivaba, cuando sentía un vacío existencial que me angustiaba, cuando no encontraba mi lugar en el mundo… tuve la genial idea de volver a mis raíces. Y me abrumó la intensidad con la que Barcelona me abrió sus brazos.
Desde Septiembre del año pasado estoy viviendo un idilio de reconciliación que me está dando todo el amor que necesitaba. He vivido momentos increíbles, paseando por el Raval y sintiéndome de nuevo ligado a mi ciudad de una manera casi umbilical. Se me han humedecido los ojos paseando por mi barrio, Sants, descubriendo que, de alguna manera, sigue existiendo la Barcelona de Peret, la Barcelona de los gitanos de Hostafrancs, la Barcelona en la que se enamoraron mis padres.
He estado a punto de llorar de felicidad cuando he descubierto en estos suelos una atracción de la que nunca me podré librar, y las lágrimas casi han llegado a brotar cuando me he dado cuenta de que no sé que me deparará la vida a partir de ahora, e intuyo que mi espíritu nómada me llevara lejos de aquí, pero no hay nada que me pueda quitar de la cabeza la preciosa idea de venir a descansar eternamente aquí, de reposar mi alma viajera entre el mar Mediterráneo y el Tibidabo, entre el río Besós y el Llobregat. Quiero morirme aquí. Quiero morir en mi sitio, en mi lugar.
Mucha culpa de este renacido amor por la ciudad la tiene el hecho de haber encontrado un lugar donde vivir que llena todos mis vacíos. Un hostal con alma, con carácter, con mucha personalidad, que da cabida a todo tipo de perfiles, desde el emprendedor desubicado como yo al makinavaja de turno, pasando por los guiris que siguen echando kétchup a la paella y los sin techo que auspiciados por el ayuntamiento vienen los días más gélidos del año a encontrar un cobijo donde sentir el calor de los radiadores y de los compañeros de litera.
Un lugar increíble, en pleno parque de Collserola, situado cerca del barrio de Vallvidrera, donde uno de los escritores que más han marcado mi vida, Manuel Vázquez Montalbán, situó a su personaje más carismático, el detective privado Pepe Calvalho.
Sí, vuelvo a vivir en Barcelona. La mitad de mi tiempo, la mitad de mi vida de hombre divorciado. En la Barcelona de Manuel Vázquez Montalván, en el universo Carvalho.
Y cuando uno está enamorado profundamente de un lugar y circunstancialmente se halla con un Gin Tonic en la mano, la necesidad de empezar a proferir promesas se vuelve inaguantable, así que aprovecho estas líneas para jurar solemnemente que no volveré a hablar mal de mi ciudad, para prometer lealtad absoluta al verdadero lugar de mi vida y, ya de paso, haceros responsables a todos y cada uno de los que estáis leyendo este escrito de que, el tardío día en que me vaya de este mundo, mis cenizas no se esparzan en el barrio indio de Kuala Lumpur, ni en la Quinta avenida, ni en el estrecho del Bósforo, ni en el zoco de Marrakech, ni tan siquiera en las Islas Perhentians, donde creía que quería descansar para siempre.
No me separéis del lugar al que amo, no me llevéis lejos del sitio donde me hicieron nacer mis padres, no me desvinculéis de la ciudad más fascinante del mundo.
T’estimo Barcelona!
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11 Comentarios
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1/02/2022 - Ruben
Me llegó al corazón, muy bonitas palabras y una apertura cara al público intachable, ojalá encontrará yo ese
sentimiento por mi barrio, por mi ciudad o por algo así, gracias por compartir estos momentos. Un abrazo!
1/02/2022 - Xavi
Gracias a ti Rubén, por ser uno de mis lectores más fieles! Un fuerte abrazo!!!
1/02/2022 - Antonio
Una bonita carta de amor a tu ciudad. Un abrazo
1/02/2022 - Xavi
Gracias Antonio por hacerme saber que te ha gustado! Un abrazo!!!!!
1/02/2022 - Cristina
Precioso sentir Xavi....
Un abrazo
1/02/2022 - Xavi
Gracias Cristina!!!
1/02/2022 - Sara
Yo también renegué de mi ciudad cuando vivía en Holanda, ahora viviendo en España pero fuera de Barcelona no veo la hora de volver a ella. A veces me disgusta pero siempre sabe hacerme volver y quererla cerca. No se cómo explicarlo pero cuando no estoy allí, la echo de menos, sus rutinas, sus vecinos, sus panots, el mar, mi Poblenou, la brisa, el olor a 'clavegueram' los días de lluvia, todo (menos sus alquileres desorbitados).
1/02/2022 - Xavi
Sí, Sara, yo creo que en un momento u otro, a todos los barceloneses nos ha pasado algo similar. Un abrazo!
6/02/2022 - Maria José
muy bonito y bien escrito
6/02/2022 - Xavi
Gracias Maria José por hacerme saber que te ha gustado!
Un abrazo!
12/05/2022 - ESTELA
hola Xavi , que linda reconciliación, me emociona tu sentir , en definitiva regastes tus raices ...bravo un
abrazo